Con nuestra pequeña aportación a la música, tenemos como objetivo que los niñ@s despierten intensas emociones y que dejen huella en su sensibilidad, lo cual les va a permitir ser protagonistas de su propio aprendizaje. Enseñamos a nuestros  chiquitines “educación auditiva”, empezamos ofreciéndoles a los más pequeños juguetes sonoros, objetos con los que puedan provocar ritmos, de manera que distingan fácilmente entre sonido y silencio.

Sus primeras audiciones las enriquecemos con instrumentos musicales reales, pero muy básicos, allá donde vamos lo hacemos con nuestra maleta de música!!. Tenemos, por ejemplo, triángulo, pandereta, flauta, xilófono, tambores, maracas, papeles que al manipularlo crujen, palos de lluvia, entre otros. Recordemos que hay muchos tipos de música y los niñ@s empiezan a ser selectivos mostrando sus preferencias. Podemos encontrarnos en el aula a niñ@s que escuchando una melodía igual ríen como lloran. 

El sonido es vibración, a su vez, es energía que se trasmite en forma de ondas llegando a nuestro cerebro que al escucharlas transmiten un mensaje, pudiendo ser agradable, o inquietante,  creando múltiples emociones en el niño que irá descubriendo a su ritmo. Pero a esta edad, vemos como la música en sí les encanta, es un placer para ellos, la escuchan, bailan, acompañan sus ritmos y letras con sus brazos… y por supuesto nos piden que repitamos unas canciones, y otras, no tanto, cantan con ellas, se miran en los espejos para verse…, en definitiva de lo se trata es de que vayan descubriendo los “secretillos” y el maravilloso lenguaje de la música, ayudándoles a desarrollar sus sentidos y sensibilidad.